sábado, 29 de noviembre de 2014

Falsas apariencias

No hay nada que me guste más que aparentar de forma "extrema" y destacar por encima del resto. Las apariencias lo son todo. Si no tienes una buena apariencia, no hará falta que te esfuerces en demostrar nada, ya has quedado retratado a primer golpe de vista. Es cruel e injusto, pero es así. Dar la nota, ser un notas, un puto notarrón... ese soy yo.

Para que te hagas una idea, soy el que conducía una Italget Dragster por el barrio, el que pidió un crédito y se compró una Pearl Master Custom MRX en lugar de un coche... Por no mencionar mi aspecto;  por ejemplo, en lo referente a peinados he llevado rastas, trenzas, largo y liso, largo y rizado,  afeitado, cresta, de colores y por supuesto, como una mota de pelusa, entre otros. En mi faz ha habido de todo, desde un afeitado a cuchilla de barbero muy bien apurado, a la típica barba que ahora llevan los llamados Hipsters, pasando por un frondoso bigote cuando tocaba country, claro. Todos y cada uno de mis aspectos e indumentarias, iban de la mano a alguna etapa de mi vida.

Nunca he andado con medias tintas en nada de lo hecho. Cuando apuesto por algo, voy con todo. Siempre he asumido las consecuencias de mis actos con deportividad y jamás, me he arrepentido por llevar una idea hasta el fin, aunque haya arrasado con todo mi alrededor. Así soy, un elefante desbocado en medio de la jungla, devastándolo todo a su paso persiguiendo un punto fijo al final de la estampida. Y no me ha ido mal, de momento...

Lo que quiero decir es que puedes ser un excelente baterista, pero si aparentas serlo, te irá y te hará mucho mejor.

Después de esta introducción, que seguro, te ha causado un retrato de mi persona erróneo, solo puedo decir que sí, soy un materialista y sí, me fijo mucho en la fachada antes de entrar y esto no creo que me convierta en peor persona.

Uno de mis fracasos más estrepitosos fue cuando me dio fugazmente por el snow. Quería ser un surfero, llevar esas pintas con esos pantacas anchos y gordos Rip Curl, un buen chaquetón O'Neill, gafas de ventisca Santa Cruz, tabla Suburban con las mejores fijaciones metálicas, botas Thirtytwo... lo mejor de cada casa, como debe ser. Y así fue. Me gasté un pastizal a cambio de un equipazo que ya quisieran muchos de esos que hacen volteretas o grindan barandillas en la nieve. Ahora te estarás preguntando, -¿ya habías practicado snow alguna vez? -¡Qué va!- Igual había pisado la nieve unas cuatro veces en mi vida y todas ellas sin nada más que mis queridos pies de por medio. No tenia ni idea de como ponerme sobre la tabla, no sabía que pie poner delante ni que pie poner detrás, ni las inclinaciones de estos. Nada, no sabía nada.

Eso me daba igual, ya había batallado anteriormente contra lo desconocido y siempre salía airoso de cualquier situación. Solo una cosa perturbaba mi mente, el telesilla. Podía llegar a imaginar la dificultad con la que afrontan los esquiadores las envestidas de tales asientos móviles, incluso podía llegar a imaginar el lanzamiento de los culos posados sobre los húmedos y acolchados sillones al final del recorrido. Podía imaginar eso, sí, pero con un esquí independiente en cada pie. Era incapaz de mentalizar una situación donde no acabará revolcado por el suelo con una de mis piernas retorcida más de trecientos sesenta grados.

Mis queridos cuñados, que me acompañaban para no perder detalle, me comentaron minutos antes, los divertidos pasos a seguir a la hora de coger el telesilla. Me aseguraron que no podía subirme con la tabla bajo el brazo, lo que me parecía una idea cojonuda, sino que tenía que ir con la tabla enganchada a un pie. -¡Eso es antinatural!- Grite yo. Como iba a ir por ahí con el pie revirado, si apenas podía mantener el equilibrio. Era imposible que sobreviviera...

A duras penas, con andares de mongólico, llegue hasta la cola del telesilla. Mis cuñados iban delante, así podía fijarme como ellos se subían, como si eso fuera a servirme de algo. Había bastante gente, pero la cosa fluía ligera, cuando de pronto una vocecilla grita: -¿¡Uno!? ¿¡Quién va solo!? ¿¡Uno!?- Como un acto coreografiado, toda esa masa de gente bien abrigada, dirigió la mirada hacía mi. -¿Señor va usted solo?- Me preguntaron, a lo que contesté: -Eh, sí voy solo. -Pase por aquí por favor.- Y así lo hice. De pronto me encuentro emparejado junto a un niño de unos cinco o seis años, que sé yo, muy pequeño. Me pillaron por banda un par de tipos que manejaban allí el cotarro y me avisaron: -Encárgate de que el niño suba y baje bien. Que este cómodo durante el viaje. No hagas tonterías, que es muy pequeño. -¡Joder! ¡Maldita sea! ¡Me cago en la puta! Por quien me han tomado, ¿¡por Shaun White!?- Mi indumentaria así lo decía, exclamaba a gritos que era un surfero en toda regla, y no podía desprenderme de ella. No reaccioné, ya venía dirigido hacia nuestras espaldas, pensé en fingir un desmayo, o algo así, pero era liarla demasiado. No sé como pasó, pero el telesilla nos recogió bastante bien, a pesar del balanceo atípico que llevábamos. Creo que al niño lo subieron ellos por la parte exterior del giro y a mi me recluto con un brusco golpe en el culo. Allí estábamos, flotando por encima de una montaña blanca e inmaculada. Yo tenía al niño agarrado con mis dos brazos rodeándole la cintura. Pensaba: -El crío este, como se me caiga, me meten en la cárcel de por vida.- Quería mantener algún tipo de conversación, para relajar un poco los ánimos y que los niveles de adrenalina volvieran a la normalidad, pero el chaval no respondía. Lo miré fijamente y él me devolvió la mirada. Entonces lo vi claro. El niño tenía los huevos "pelaos" de andar con telesillas, no era su primera vez ni de lejos. La tranquilidad con la que estaba, era inversamente proporcional a mi preocupación por la situación. Era él quien cuidaba de los dos, el que nos mantenía a flote, el que serenaba aquella circunstancia tan anómala para mi. Me estaba dando una lección de templanza y saber hacer, que yo no podía llegar a comprender. Pasaron un par de minutos y ya se distinguía el final del trayecto, donde aquellos asientos colgantes daban la vuelta, donde sí o sí había que bajarse. Él seguía tranquilo, imperturbable, yo estaba a punto de sacar el corazón por la boca. -¿Cómo voy a resolver este rompecabezas?- Solo disponía de unos tres segundos para salvar la situación. Apenas teníamos tiempo de reacción... ya empezamos: Subo la barandilla de seguridad, agarro al niño y lo lanzo hacia el tío que allí nos estaba esperando. El aterrizaje fue perfecto. El crío ya estaba deslizándose sobre sus pequeños esquís al mínimo contacto con la nieve, como si fuera su forma natural de desplazarse, como si hubiera nacido con esos esquís pegados sus pies. -¡Es un profesional!- Ahora yo me encontraba en la zona interna de giro y ya estaba un poco pasado del radio seguro. No lo dudé y me deje caer como un peso muerto, rígido e inmóvil. El telesilla me pasó por encima atropellando mi cabeza. Inmediatamente me agarraron y me sacaron de aquella zona caliente. Yo rebozado de sucia y pisoteada nieve, tirado en el suelo como una rata, con la pata retorcida bien fijada a la tabla, escuchando decenas de abucheos. Las frases eran del tipo: -Menudo colgao. -Está juventud, un buen escarmiento les hace falta. -Seguro que va puesto...- Me levante ante tal asombro de gente, como si fuera un condenado al que dejan huir ante sus víctimas.

Como pude fui apartándome de las miradas indiscretas del personal, apoye mis pantacas sobre la fría nieve y respiré. Aparecieron mis cuñados. -¿Qué, como ha ido? -Bien, bien.- Respondí. Fije el otro pie a la tabla y desde lo más alto, barrí toda la pista a esos cabrones.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Momento dominical

Normalmente la mayoría de la gente separa su rutina cuotidiana en semanas. Yo lo hago así y dentro de esta clasificación, hay momentos buenos y agradables como por ejemplo el viernes al salir del trabajo; pero también hay momentos malos y amargos.

Para mi el peor momento, con diferencia, es el domingo por la noche al preparar la ropa del trabajo para el día siguiente. El mero hecho de tomar la decisión y levantarse del sofá e ir a preparar la mochila del curro, me jode más que el acto en si. Ese momento en el que hay que marcar una línea y decir: -Aquí empieza la semana y con ella tus obligaciones. Deja inmediatamente el descanso y empieza a moverte. Este relax que has vivido es un puro espejismo. Olvida toda la felicidad recibida y absorbe este clima oscuro sediento de lunes.- Debes desengancharte del sofá y ponerte a buscar la camisa, los pantalones, los calcetines... todo ello recién lavado con extra de suavizante y aún así, el olor de la mugre sigue ahí recordando lo que eres, el porqué estás aquí. Se te había olvidado, pero ese perfume te hace un favor y lo recuerda.

Estamos a jueves y se acerca el momento... que pereza.

martes, 25 de noviembre de 2014

¿Pan?

-No, no, la de al lado, la blanquita.- Escuchar esto cuando vas a echar veinte pavos de noventa y cinco, es lo más grande.

Hay muchísimas personas que compran el "pan" en las gasolineras o otros sitios que no son hornos. Posan esas "baguettes" debajo del brazo de par en par; eligen, a poder ser, la más blanquita del expositor, se las llevan a sus casas y las sirven sin ningún pudor, a sus seres más queridos.

-¿¡Pero qué hacéis!? ¿Realmente os gusta esa masa gomosa presentada en forma de barra, o buscáis algo solido para llenar vuestras barrigas? ¿Habéis probado alguna vez el sabor del auténtico pan?- No voy a ser yo quién juzgue el gusto de la gente, Dios me libre, pero lo que no consiento es que a esas formas larguiruchas chiclosas de trigo procesado, se les llame pan. Eso no.

Atrévete: Amb Serrell de Cuina, Pans

sábado, 22 de noviembre de 2014

UFO

Desde crío, me han fascinado las historias inexplicables y se bien porqué. Cualquier historia que carezca de sentido, deja para uno mismo la reflexión y la explicación de la misma. Puedes jugar como quieras con la resolución de la trama y manipular a tu antojo los hechos inexplicables, para que formen algún sentido dentro de tu mente inquieta. Vamos, lo que viene siendo una buena paja mental.

Seres espirituales, animales o monstruos extraños y vida inteligente fuera de nuestro planeta. En estos tres grandes grupos se engloba todo; desde la niña de la curva y los fenómenos paranormales en cualquier casa, al Yeti y Nessie, pasando por los OVNIS y las conspiraciones gubernamentales. Es este último grupo el que siempre más me ha cautivado, el que exige más respuestas y el qué podría causar el caos mundial si se descubrieran.

Las pistas de Nazca en los Andes Peruanos, Stonehenge en Amesbury Inglaterra, los Alienígenas ancestrales y los Sumerios con sus historias de Dioses que manejaban embarcaciones en el cielo, las pirámides de Egipto y Akhenaton el faraón extraterrestre, la antigua civilización Maya y las calaveras de cristal, el incidente de Roswell... todo un seguido de casos sin sentido e inexplicables. Sin ir más lejos, a día de hoy, construir una pirámide como las de Egipto, sería todo un reto de ingeniería y logística nada simple de llevar a cabo.

Por otro lado está toda esa gente que dice ser abducida por manos alienígenas, introducida en laboratorios de naves espaciales e inspeccionada al detalle por seres de largos dedos y presencia humanoide. Estas personas clasifican sus encuentros, con estos seres de otros planetas, en fases:

- Fase 1, logras ver un OVNI.

- Fase 2, cuando la nave o su tripulación deja constancia física.

- Fase 3, has visto a los tripulantes.

- Fase 4, te vas con ellos.

Las tres primeras son un poco de novato, de principiante, de aficionado, de niñata amateur grabándose con una "Cam" en plan erótica. La cuarta es la que mola, la Pornstar de las fases. Algunos afirman que vives toda la abducción y el seguido de experimentos con tu persona, como un infierno interminable. Pero según parece cuando los Aliens se cansan de ti o ya tienen lo que andan buscando, transfieren un falso recuerdo en tu mente que hace olvidar la pesadilla sufrida. ¡Coño! si es así, hasta a ti te podrían haber metido una estriada sonda por el culo. Pero estas cosas siempre pasan en extrañas circunstancias, nunca está bien documentado y las personas que lo sufren parecen perturbadas, pero no por lo sufrido, sino va con ellas de antes.

¿Qué pasaría si se abdujera un avión y se supiera seguro que ha sido por un fenómeno extraterrestre? -Sí, se ha grabado, está bien documentado, hay pruebas de ello y se ha hecho público a nivel mundial. Se ve claramente, está filmado y emitido por la CNN.-

"Una gigantesca nave de origen desconocido, se ha posado sobre un Boeing 747 que cruzaba el Atlántico, ha emitido una especie de luz muy intensa sobre él y lo ha hecho desaparecer. Al cabo de pocos segundos el OVNI también ha desaparecido, en lo que parece haber sido un destello eléctrico y sonoro." La noticia se ha hecho eco en cada rincón del planeta. Una coalición de países encabezados por Estados Unidos, con su presidente al frente, dan validez en una rueda de prensa extraordinaria, a las impactantes imágenes. El Pentágono refuerza la teoría y presenta las capturas por radar de lo sucedido. Meteorólogos muestran mapas con raros fenómenos climáticos en la zona, nunca antes vistos.  La NASA publica la cartografía vista a través de un análisis térmico y el resultado, según los expertos, es espeluznante... Ya han pasado veinticuatro horas y sigue sin haber noticias. En la televisión no paran de emitir el trágico incidente una y otra vez. Centenares de entendidos en la materia, días antes tachados de locos, dan sus opiniones en un magazine constante. Miles de fieles se aglomeran en la plaza de San Marcos, esperando una respuesta de sus líderes espirituales. La gran mayoría de población permanece en sus casas ansiosa de noticias.

Frente a este incuestionable suceso, ¿la gente seguiría yendo al trabajo tan normal o se generaría un pánico tan grande que sembraría el apocalipsis? -No ha pasado nada desde la desaparición de esa nave, nadie aconseja sobre como continuar con nuestras vidas.- Yo creo que el -¡Sálvese quién pueda!- reinaría en el consciente colectivo y no dudarías en poner tu culo a salvo al precio que sea.

Sería fascinante ver el comportamiento de los humanos si esto sucediera. Con las cartas destapadas sobre la mesa, no habrían trampas, solo quedaría la pureza de la humanidad. Podría ser una pureza maravillosa o despreciable, veríamos...

Y ¿cómo olvidarme de las conspiraciones? Controles mentales inyectados en la vacuna de la gripe, verdades ocultas en falsas tapaderas montadas por los gobiernos, organizaciones secretas que mueven el mundo a su voluntad, bases militares instaladas en la cara oculta de la luna dispuestas al ataque... Todo se sabe pero no se explica a la población. Vivimos en un Gran Hermano. Somos observados desde arriba, que a su vez son observados desde más arriba. Una probeta de ensayo en la cual vivimos una falsa vida, que en el momento que no interese, se desechará junto a miles de otras probetas. -Es una conspiración, nos están observando, me están observando, están leyendo esto que escribo... ¡Mierda! ya vienen...-

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Puretas en el gym

Hace ya tiempo que los tengo calados. Hay varios tipos, pero todos parten del mismo patrón. Si se pudiera ir por ahí leyendo pensamientos, en los de estos sin duda, escucharíamos al unísono exclamando: ¡Yo a tu edad (...)! Se aferran a su juventud como a un clavo ardiendo. Saben que pueden quemarse y aún así se arriesgan a aparentar que por muchos años que pasen, siguen estando en forma y pueden ir dando lecciones al resto de su camada, porqué somos su camada y tienen el derecho. ¡¿Qué derecho?! La obligación, porqué se mantienen inmortales en una juventud perpetua.
 
Lo que más me gusta, cuando los veo adoctrinado a algunos chavales o chavalas, es pensar en la conversación post-entreno que van a mantener con sus respetables señoras. Sea lo que sea, está siempre acaba con un: ¡Ponme otro plato que he ido al gimnasio!

sábado, 15 de noviembre de 2014

Creer

¿Eres creyente? Una pregunta un tanto confusa. No mucha gente puede contestar con una afirmación o una negación contundente. El término "creyente", da por sentado que hace referencia a creer en Dios y en su institución, la Iglesia. Es como un paquete; solo necesitas los tenedores, pero en el lote también van cuchillos y cucharas.
 
Yo diferenciaría los términos.
 
Por un lado destacaría, la necesidad del ser humano a pensar que algo mucho más poderoso que nosotros mismos, nos controla y vela por nuestra seguridad y salvación. La raza humana parece estar más cómoda sabiendo que somos títeres, en mano de magnos entes que controlan los hilos de la vida terrenal. ¿Por qué en todas las culturas aparecen estos seres capaces de moldear el destino a su voluntad? ¿A caso no podemos elegir las consecuencias de nuestros actos? Quizás no comprendemos el porqué estamos aquí. No logramos entender la finalidad de nuestra presencia en este mundo. No queremos asumir, que el fin de todo no lleva a nada. Anhelamos ser eternos y como seres finitos, nos aferramos al pensamiento de que algo nos cambiará y nos hará inmortales. Algo mágico, que no queremos saber, será la solución a todo nuestros problemas. Dejamos en manos desconocidas nuestras vidas y confiamos en el azar de estas. Muy típico de mi raza, confiar todo en alguien, para no ir lastrado el resto del camino. Una mera comodidad no menos indigna.
 
¿Qué nos diferencia de otros animales entonces? ¿La razón? ¿El control de los elementos? No, nos diferencian estos pensamientos. Es la línea más gruesa que nos separa del resto de especies. Sabiendo esto, los primates, nuestros antepasados "monos", integraban una pureza interior que jamás podremos ni imaginar. Una pureza que desechó el cambio evolutivo y que hoy algunos deseamos.
 
Por otro lado, la Iglesia. La institución más poderosa de todo el planeta Tierra. Para darse cuenta de la magnitud de esta, hay que remontarse unos dos-mil años en el tiempo, cuando dicen que existió un judío que cambió las cosas. No sé si Jesús, el hijo del Dios cristiano, cambió algo. Los relatos que hablan de él, que fueron escritos varias generaciones posteriores a su muerte y resurrección, si que nos cambiaron. Leyendas que se escuchaban por ahí y que unos personajes llamados a si mismos Apóstoles se dedicaron a reciclar y redactar. Cuentos que hablaban de un hombre capaz de hacer milagros, capaz de realizar cosas que el resto de la gente consideraba una acción divina. Ya sabéis, lo típico, convertir el agua en vino, curar la ceguera a un invidente, perdonar, resucitar... bueno esto último le costo un poco más, tardó tres días. No, no se me ha colado lo de "perdonar" como acción divina.
 
El perdón en la fe católica lo es todo. Siempre han predicado el perdón. ¿Has matado a alguien? Eso son minucias para tu Dios, di que te arrepientes y hazlo de carrerilla entonando cualquier cántico venerando a algún personaje bíblico y tu salvación está asegurada. Se abrirán las puertas del cielo como las de un burdel, cuando enseñas un buen fajo de billetes. Perdonar... ¿Quién perdonó a la pobre gente que no se digno a besar su cruz en tantas cruzadas?
 
La Iglesia el sumun de la hipocresía consciente, ha sido siempre la sombra de los poderosos, un aliado fiel que todos querían y quieren tener en su bando. Si está la Iglesia a tu favor, tienes carta blanca, ya no hacen falta excusas para justificar tus actos. Todas las acciones pasan por la bendición del Señor, se convierten en puros por el simple hecho de que Dios los ha acariciado. El poder, lo que más ansía la Iglesia. Así de claro, creedme. Aprecian tanto el poder que hacen ostentosidad de ello, no se cortan. Su sede central es el Vaticano, una lujosa ciudad o país, no se sabe muy bien, independiente al resto del mundo. Con leyes propias, riquezas intransferibles, con una democracia divina que consiste en seleccionar a los mejores para adoctrinar al resto. Un solo pensamiento por encima de todo, lealtad. Tener fe en este caso es sinónimo de ser leal. Cree ciegamente en la doctrina que se te da y no hagas preguntas. Así obtienen a un ejercito de manipuladores mentales, muy bien organizados en escalas de mando, capaces de invadir el mundo con un solo pensamiento: -La salvación está aquí, ven a buscarla.- Se te ofrece la salvación, no sabes de que coño van a salvarte pero ¡eh, la salvación! ¿Quién puede resistirse?
 
Predican lo que no creen y a sabiendas. Comparte, ayuda, perdona, entrega... y mientras nosotros disfrutaremos de grandes banquetes encerrados en nuestros palacios de oro y diamantes. Vestiremos con ropajes soberbios, para poder destacar por encima del resto de mortales y así lo tengáis más fácil para venerarnos.
 
No encuentro adjetivo para describir la sensación que invade mi cuerpo, cada vez que veo algún Obispo salir de un Rolls-Royce. En fin...
 
Aún así, no podemos pasar por alto un grupo de gente, el más importante, que bajo alguna influencia sagrada, lo dan todo al margen de esto. Entregan su vida al prójimo. Personas que forman asociaciones bajo el amparo que genera creer en la fe. Pero no en la fe divina, sino en la fe humana. Seres que dejan todo por dedicarse única y exclusivamente a cuidar de los demás. Sin recibir nada a cambio. Solo la sensación de haber hecho lo posible para que una persona salga un instante de su infierno, es suficiente. Incluso son capaces de compartir ese infierno para hacer más llevadera la carga al débil.
 
Esto realmente es la condición humana, o debería serlo. Después de todo, puede que haya esperanza.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Cajas

¿¡Cuándo ha pasado!? ¡No me he dado cuenta! Resulta que hay cajas, sí cajas de cartón, que guardan objetos dentro como todas las demás y no son iguales al resto. Yo pensaba que el objeto que descansa en el interior de una caja era lo importante, que la caja simplemente lo protegía, que era un escudo del exterior. Por lo visto no. Hay cajas tan apreciadas y más interesantes que lo guardado en ellas. ¡De locos! El problema es diferenciar una caja de otra. Aunque estrictamente cumplan la misma función, los acabados, la resistencia, el atractivo según parece es mejor. Mi propuesta es llamarles de otra forma, para evitar confusiones.

El recipiente que almacena, por ejemplo, unos zapatos: Caja.

La caja que incluso puede estar en una estantería, sin contener nada dentro, simplemente porqué es "chula": Recipiente muy bonico de diferentes materiales, tamaños y formas, generalmente con tapa, que sirve para guardar o transportar cosas, o no.

¡El poder de una caja vacía! ¡Hasta donde vamos a llegar!

martes, 11 de noviembre de 2014

La fiscal

Cuando en algún articulo de sucesos, de algún recorte de prensa, leo: -La fiscal tilda de horrorosa a la madre que...- Me gusta imaginar que "la fiscal", es una señora de mediana edad, con bata rosa, que comenta las jugadas vecinales con el resto de sus semejantes en el barrio. Sentada en una silla plegable de playa, junto a otras mujeres que parecen clonadas a ella, con rulos y todo eso en la cabeza, a la fresca del atardecer observando el ir y venir de gente conocida a la que jamás han saludado, pero que están presentes en todas sus conversaciones.
 
- ¿Has visto con que pintas va Carlitos que parece un pordiosero?
 
- ¿Quién?
 
- Carlitos, el hijo de la Paqui, la hija de la Amparín...
 
- ¿El hijo del Antonio y la Paqui?
 
- Sí, que su cuñao es el del quiosco que estaba juntao con aquella, que se encontró al ex-marido con el del bar en la cama...
 
- Ah sí, con el del bar. Se dijo que llego antes del trabajo, como era enfermera le cambiaron de turno o no se qué...  y lo encontró dale que te pego con otro hombre; ¡En su cama! Y dicen... que él era el que recibía. Ahora está casao con él y todo...
 
- Qué cosas, oye. ¡Pues ese! Y su madre no le dice nada. Un buen escarmiento se merece...
 
- ¿¡Como puede dejarlo ir así!? Esa mujer es horrorosa.
 
Titular: -La fiscal tilda de horrorosa a la madre que deja ir a su hijo vestido como quiere.-

sábado, 8 de noviembre de 2014

Héroes

(Continuación de Tío Cortao)

No pasó ni media hora cuando las caras de algunos pasajeros reflejaban una palidez poco habitual. El cámara y la reportera, con medio cuerpo asomado a la banda, echando hasta el desayuno del día anterior. No veas... los peces de la zona comieron caliente ese día. Yo por lo contrario, que ya había ido alguna noche a ver como trabajaban, nunca me había mareado y no me daba cuenta de la situación. Lo estaba pasando en grande. No teníamos comida, el agua escaseaba, había gente a punto de sufrir un ataque; pero yo estaba allí, junto a mi padre, pasando un gran día en alta mar. Los nervios empezaron a aflorar por encima de sus cabezas. Todos los allí presentes sabían que aquellos dos no iban a aguantar mucho tiempo más. Fue entonces cuando mi padre y mi primo, decidieron poner rumbo a tierra. No nos alejamos ni media milla que avisaron por radio. El aviso era claro, no alejarse de la zona por peligro a que otras embarcaciones pudieran embarrancar con aquel trozo de madera flotante. Rectificamos y volvimos a repasar nuestra circunferencia imaginaria. Los aires seguían inquietos, no mejoraban, cuando de pronto la chica que ya llevaba tiempo tumbada en la cubierta en posición fetal, empezó a convulsionar. Perdió el conocimiento por unos segundos y permanecía rígida entre espasmos.

A mi ese momento me pareció como un déjà vu, ya había vivido aquella situación antes y me vino a la mente. Era como un boquerón o una sardina recién subidos a bordo. El salabre se abre y caen centenares de estos peces, que una vez tocan la cubierta empiezan a ejecutar ese baile de espasmos que ahora tenía la reportera. Qué paradoja, allí yacía la chica cuál sardina recién pescada. El mar nos devolvía la jugada.

Fuera de mi peculiar mente, el pánico invadía al personal. Inmediatamente avisamos por radio del panorama que teníamos a bordo. En cuestión de minutos una lancha de la Cruz Roja apareció de la nada. Cuando los dos moribundos vieron el emblema de esa cruz roja con el fondo blanco, se les abrió el cielo. Recuperaron el color de inmediato. Embarcaron en la semi-rígida y desaparecieron entre el suave oleaje.

Quedábamos el fotógrafo, el dueño de ese tronco naufragado, mi padre, mi primo y yo. Cinco personas de ocho, la estadística no era mala si contemplábamos el tiempo que había pasado desde la salida de puerto.

Mi ánimo inquieto, que muchas veces me ha jugado malas pasadas, esta vez me sirvió para encontrar un paquete de Donettes debajo de la litera del puente. Compartí un par con mi primo, ofrecí alguno a mi padre que claramente negó y el resto me los zampé sin más preámbulos.

Ya era de noche, seguíamos la pista del navío hundido aprovechando la ayuda del flash de la cámara del fotógrafo. Era hora de llamar a refuerzos. La jugada era la siguiente: Llamaríamos a algún barco amigo de la flota, nos relevaría, pondríamos rumbo a tierra donde cambiaríamos el barco por el gran "Avi Juanito" que era más firme y disponía de una grúa poderosa, cargaríamos con ella varios bloques de hormigón, de esos que delimitan las zonas de tránsito o aparcamiento, los cargaríamos a bordo y los lanzaríamos de tal manera que incrementara el peso y así pudiera hundirse definitivamente.

Así fue, llegamos a tierra y nos esperaba toda la familia y algún que otro curioso oportunista. Mi madre quería que desembarcara. ¿¡Cómo iba a desembarcar!? ¿¡Si ahora venía lo mejor?! -¡Mama joder! ¡Papa mira la Mama!- Alguien nos entregó unas bolsas del McDonald's que guardaban unas jugosas hamburguesas en su interior.

Una vez con los depósitos de glucógeno y grasa restablecidos, llegamos al punto donde las coordenadas indicaban. Mi padre amarró el primer bloque de hormigón. No sé como lo hizo, pero la lazada que utilizo fue perfecta. El pesado bloque se mantenía firme atado a la grúa, un extremo del cabo permanecía entre sus manos, a la vez que posicionaba la grúa. Estira de él y "PLUMB" primer bloque. Misma operación y "PLUMB" segundo bloque y así hasta cinco.

El barco descansaba por fin en el fondo del mar. Después de tanta odisea, el objetivo estaba cumplido. Entonces sentí lástima, yo quería más, quería que no se hundiera jamás y así poder permanecer por siempre en esta aventura junto a él, mi padre.

Regresamos como héroes. Pero yo sabía que el único merecedor de tal comparación era solo una persona.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Nos sentamos y hablamos

Odio esa expresión.

Cuando por alguna razón, en el curro, te diriges al director o al gerente, con cualquier tipo de problema, ya sea personal o de cauce profesional, esa es la respuesta: -Cuando nos venga bien nos sentamos y hablamos.- ¿¡Qué mierda quiere decir esto!? He subido hasta tu oficina, he dejado lo que estaba haciendo y me dirijo a ti por alguna razón de peso, la cual necesita una solución inmediata. ¿¡A quién te refieres con ese "Cuando nos venga bien"!? A mi me viene bien ahora, por eso estoy aquí. Di mejor "No me sale de los cojones atenderte ahora" y quedará más claro. Te jode que te interrumpan, sin previo aviso, tu repaso matinal de la prensa online, ¿no? ¡Pues jódete! y atiende a tu empleado. Deja cinco minutos de leer a Carlos Herrera en su columna del ABC y afronta tus obligaciones. ¿¡Y ese "nos sentamos"!? No hace falta sentarse, no va a ser una conversación larga. ¿Te piensas que lo hago por gusto? ¿Que quiero charlar contigo? No necesito estar cómodo para decirte lo que he venido a decir, es más, no hace falta que estés cómodo para escucharlo.

Me pone de los putos nervios...

sábado, 1 de noviembre de 2014

Tío Cortao

Viernes, se presentan los típicos nervios que siente cualquier niño la noche antes de un gran acontecimiento. El sábado por la mañana, muy temprano, mi padre iba a llevarme al hundimiento de un pesquero. Por lo visto el dueño entregaba el buque a la Comunidad Europea, a cambio de alguna subvención. La teoría es que una embarcación en el fondo del mar, es como un parque de atracciones para la flora y fauna de este ecosistema. Por otra parte, se elimina un buque de la flota, que es siempre una magnífica noticia para el hábitat marino.

Mi padre era el mecánico de una embarcación de cerco que tenía el primo de él. El término mecánico, también llamado "motorista", hace referencia a la persona encargada de que el sistema de propulsión y los demás componentes del barco funcionen correctamente. A parte de ser responsable de la sala de máquinas, también era un marinero más de la tripulación. Su primo, era el armador de dos navíos. En uno, el más grande y portentoso, iba mi padre de mecánico y el hijo de su primo, mi primo, de patrón. En el otro iba su primo de patrón y un mecánico, que no era de la familia pero como si lo fuera. La nave encargada de llevar a remolque al barco que iba a ir a pique, era esta última, que curiosamente eran iguales.

La tripulación constaba de dos personas, mi primo y mi padre. Los pasajeros éramos muy variopintos. Un cámara, una reportera, un realizador, un fotógrafo, el dueño de la embarcación a hundir y un crio de unos catorce años, yo.

A mis ojos todo aquel despliegue de medios sin precedentes, se asemejaba a cualquier documental del National Geographic. Estaba flipando. Que si una foto por aquí, cuatro planos por allá, una toma de la reportera con el pantalán a sus espaldas... vamos de alucine. A día de hoy no se a que venía tanto alboroto, ya que esta práctica, por aquellos entonces, era bastante habitual.

Nos encontrábamos dispuestos a soltar amarras. Los preparativos más que comprobados. Las dos embarcaciones emparejadas orla con orla bien amarradas. Hacía buen tiempo, una mar tranquila sin apenas viento. El día ideal para llevar a cabo aquella gran gesta.

Por fin navegábamos, ya salíamos de puerto, estábamos en acción. Yo en el puente junto a mi primo. Mi padre subía y bajaba de la sala de máquinas para comprobar que todo marchara bien. Ese no era su barco y debía estar algo más pendiente de lo habitual. El resto de pasajeros en la proa, recibiendo el ir y venir del leve oleaje en sus caras. A mi aquella situación, de ver a esos profesionales de la imagen recibiendo bofetadas de agua salada, me parecía de lo más tronchante. El punto fijado era a unas millas frente a La Punta de la Mora, que se distinguía perfectamente.

Paramos máquinas, los carretes y las cintas de video sacaban humo, no perdían detalle. La chica entrevistando al dueño del pesquero minutos antes de ir a pique. -¡Qué gran reportaje!-

-Vale, ¿y ahora qué? ¿Cómo vamos a hundirlo?- Por lo visto habían sellado los grifos de fondo de tal manera, que su extracción fuera inmediata. Así que solo faltaba saltar allí, bajar a la sala de máquinas, destaponar los grifos de fondo; por estos entraría agua con tal violencia que sería capaz de llenar una piscina olímpica en apenas minutos; acto seguido subir a cubierta y con el barco medio hundido volver a saltar al firme buque. -¿Quién es el valiente que va a realizar este simple acto?- Mi padre. Allí estaba él. Como si lo hubiera hecho toda la vida. No conocía un carajo aquella embarcación a punto de convertirse en el Port Aventura de los peces, pero a él no le temblaba el pulso y así lo hizo. No llegaría al minuto y la situación ya estaba resuelta. Lo tenía de vuelta a mi lado y yo con el pecho más inflado que un palomo lleno de trigo.

-Pues ya está, queda poco, apenas se ve la cubierta, ya lo tenemos a ras de orla... sí, está a ras de orla... a ras de orla lo tenemos...- ¡Coño! ¡Que no tiraba para abajo! El listo que había calculado el lastre necesario para que el navío se hundiera, se había quedado corto.

Allí estaba, a medio hundir. El asombro y la inquietud contaminaban el ambiente y se extendían como un virus letal, que crecía exponencialmente al tiempo que pasábamos contemplando aquel incidente. ¿Qué hacer en estos casos? Nadie lo sabía, estas cosas nunca fallan. Un barco con una vía de agua, se hunde. ¡Eso es así! En este caso, se medio hunde. Como ante cualquier imprevisto en el mar, llamamos por radio a Capitanía Marítima. Ellos son los encargados de sopesar la situación, hacer una valoración de los hechos y dar una solución. Aquí se lucieron. La solución era que nos mantuviéramos dando vueltas alrededor del pesquero a pique, hasta que se hundiera del todo y sí lo hicimos, por un rato.
  
(Continúa el 8/11/2014 - Héroes)