jueves, 30 de abril de 2015

¿Brinell, Vickers o Rockwell?

He descubierto un material más duro que el Tungsteno, o Wolframio para los entendidos. Se encuentra periódicamente en el yacimiento del interior de las escobillas del Roomba que deambula en casa. Miles de esbeltos, lisos y largos filamentos color castaño oscuro, salen despedidos empujados por una monstruosa ráfaga de aire abrasador. Seguidamente pasan a un estado de letargo sobre una gélida superficie. Este impacto severo temperatura le da el temple necesario para soportar el último proceso. Esas fibras esparcidas en el inmenso páramo helado, se reclutan y alean friccionando entre si bajo el impulso de una fuerza centrifuga constante.

El resultado un enredo de narices, y la consecuencia un mosqueo de pelotas.

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