sábado, 14 de marzo de 2015

¿Continúo obsesionado?

-Una idea que no eres capaz de apartar de tu mente. -¿Perturbación quizás? -Sí, en definitiva es un bloqueo que perturba tu consciente e incluso el subconsciente. -Un deseo que eclipsa el amanecer del resto de tus pensamientos. Y como sentimiento podríamos decir que no abarca solo a uno sino a múltiples y bien distintos. -Sí, quizás los primordiales y más caóticos sean el de miedo que evoca una ansiedad perpetua mientras el sujeto siga atrapado en esa mentalidad fija. Más allá encontraríamos la satisfacción y el placer a conseguir aquello con lo que uno se obsesiona. -Así que, ¿cuando obtienes el resultado esperado la obsesión se diluye en él?-

Como diría mi querido amigo, ya sabe que me refiero a él, "la cabra siempre tira al monte". Han pasado ya más de cuatro años desde que enfundé mis baquetas y las enterré para nunca más volverlas a ver. El hartazgo con el que acabé mi andadura por el mundo musical, detonó en el rechazo más absoluto a la pasión que yo sentía por mi instrumento que en tantas ocasiones me había llegado al alma como nunca antes nada lo había hecho. -Un traidor, eso es.- Traicioné aquello que nunca me fallaría, aparté de mi vida de un brusco porrazo la gloria de los compases y el tempo. Desprecié infinidad de momentos donde el disfrute, en su máxima expresión, era lo que tiraba de mi con la fuerza brutal caminante de un ritmo bajo el umbral del metrónomo a negras. Más de diez años de placenteras sensaciones detrás del cálido sonido de un crash de dieciséis pulgadas y un ride de veintidós, que hacían de un estribillo mediocre el erizador de bello más eficiente, desechados sin más. No importaba todo lo que me había dado, mi cansancio era tal que incluso en alguna temporada dejé de escuchar, como antes lo hacía, la música que tanto amaba. -¿Como llegar a este nivel de amargor en un fruto tan dulce? -La respuesta tiene varios factores.-

No me considero un genio de la bateria, más bien soy un batería del montón. Aunque parezca que es un instrumento minoritario y difícil, cuando estás en este mundo ves que mejores que tu los hay debajo de cualquier piedra desapercibida en el camino. Cuando digo "piedra" me refiero a cualquier banda. Hay infinidad de grupos, incluso en tu barrio los hay, que sus componentes son unos virtuosos de sus instrumentos. Magníficos guitarras, excepcionales bajos, tremendos baterías en cualquier local de las afueras de la ciudad, pasan inadvertidos en un mundo donde las multinacionales discográficas licúan nuestras mentes con ritmos pegadizos y acordes repetitivos. La fórmula del éxito es impuesta en radioformulas que repiten y repiten centenares de veces el hit que debe triunfar. Detrás de esos temas, que todos conocemos, hay un proceso donde productores y managers deciden por nosotros lo que debe o no gustar. Controles minuciosos y grandes estudios basados en experiencias anteriores, hacen de una cara bonita y una canción monótona, una melodía que servirá, en un periodo de tiempo muy breve, a pasar las mañanas de trabajo más llevaderas. Yo soy el primero en que alguna de estas ofertas me atraen. ¡Joder! la gente que las idea son unos profesionales y hasta a mi me atrapan, es su trabajo. Toda esta industria ya no dedica tiempo a descubrir nuevos artistas con buen material propio, prefieren coger a cualquiera y convertirlo en el reflejo de la demanda temporal que la sociedad reclama. Para que lo entiendas mejor, es como elaborar la canción del verano en un verano perpetuo. ¿Por qué crees que hay cientos de "cantantes" que sacan un single y no se vuelve a saber nada más de ellos? Ni siquiera ese single dura mucho en convertirse en un rítmico residuo aprovechado por cadenas de segunda. La gran mayoría de músicos son como yo, personas que no se dedican plenamente a la música, o más bien que no viven de ella. Lo que vemos es solo un estereotipo impuesto. El músico que realmente ama la música es el que la entrega desinteresadamente.

Cuando la meta obsesiva que tienes grabada a fuego en tu mente pasa por el trayecto hacia la profesionalidad de ti mismo y te enteras de la realidad política que tiene el sector artístico en el cual tu amablemente colaboras, tiras la toalla. No puedes ser tan iluso de no ver lo hipócrita que eres. Jamás podrás alcanzar el punto donde tu obsesión acaba básicamente porque no depende de ti. Aunque te esfuerces al máximo y logres convertirte en una aleación de Terry Bozzio, Thomas Lang, Mike Portnoy y Virgil Donaty, si no te encuentras con la casualidad de estar en el momento preciso y en el lugar adecuado, da igual si tus sonidos percusivos llegan a Dios y hacen tambalear los mismísimos cimientos de la Tierra. Nadie se enterará. Toca asumir que tu tiempo es tan valioso que no merece la pena desperdiciarlo en un objetivo inalcanzable.

Sé que es por mi forma de entender la vida. Si me percato de que soy incapaz de ser el mejor, o al menos de dejar una huella imborrable, pierdo todo interés y sin pensarlo demasiado acabo con todo y de raíz.

Han tenido que pasar más de cuatro años alejado de mi gran obsesión para darme cuenta de que esta ya no es tal, sino que ahora se a convertido en una pasión. Realmente volviendo la vista atrás siempre lo ha sido, pero me equivocaba con el término. Sí mi gran pasión, ¡la batería! Vuelvo a sentirme completo al acabar mis extremidades inferiores en un doble pedal Iron Cobra y mis superiores en unas Vic Firth 8D. Vuelve el Pelusa de siempre, el genuino y auténtico, el que siempre fue... y será.

Te preguntarás cual es el detonante, pues bien, no hace mucho fui a un bolo donde actuaban el guitarrista y el bajista de mi antiguo grupo, presentaban los nuevos temas de su banda. Desde el primer compás supe que el sonido que andaban buscando ellos dos, no era ni de lejos lo que estaban entregando a los oyentes. Cuando pasas tanto tiempo juntos en la sala de ensayo, creas un vinculo indestructible con el resto de componentes. Sabes cuando las cosas no funcionan, sabes cuando no acaba de sonar y yo desde allí abajo, lo notaba. Algo fallaba, me sentía incomodo escuchando las bases rítmicas y sabiendo que yo las haría diferentes. Al plantearme esto y ver que la química seguía viva, volví en si. Desperté del coma que yo mismo había inducido y choqué de nuevo con la más anhelada de las realidades. -¿¡Qué hago aquí abajo, si debería estar ahí arriba!?-

Varios factores me han llevado hasta aquí y doy gracias a todos ellos. Las experiencias recibidas en cada uno de los momentos ha sido un aprendizaje constante. No me arrepiento al haber estado más de cuatro años alejado de la percusión, y aun sabiendo que hoy podría ser cuatro años más bueno, ya no quiero ser el mejor, ni dejar huella, solo quiero divertirme.

9 comentarios:

  1. Saludos, buena reflexión, lo importante es hacer lo que nos gusta, en todo caso para ser el mejor que uno pueda sar con respecto a uno mismo. Éxitos y bendiciones!

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  2. És genial despertar. Adonar-se d'allò que realment és. Tot arriba en el moment que ho ha de fer. Ni abans ni després. Eren necessaris aquests quatre anys!
    Facis el que facis, diverteix-te!!!!
    Gràcies, Pelusa, per la consciència compartida!!!

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  3. Eso es amor verdadero. Es dejarlo todo, volver y darse cuenta que se transformo mas no se olvido. la musica.

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    1. Solo hay algo tan grande como para dar este vuelco, la música.

      Gracias Helena, ¡un saludo!

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  4. ¿Qué harías tu sin la música? Demasiado has tardado.

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